Durante años, las monedas de 1 y 2 céntimos han sido protagonistas de un pequeño ritual cotidiano: las recibimos, las miramos con fastidio y terminan olvidadas en un cajón, en el coche o en una hucha que nunca pensamos abrir. En la mitad de Europa, ese gesto está dejando de existir. Países de la eurozona han decidido reducir —o directamente abandonar— el uso de las monedas más pequeñas del euro mediante una norma simple: redondear el total de la compra al múltiplo de 5 céntimos cuando se paga en efectivo.

La medida es económica, sí, pero sobre todo social y cultural. Cambia hábitos, conversaciones en la cola del supermercado, la forma de apoyar causas solidarias… incluso la psicología del precio “,99”. Para España, donde el debate asoma pero no se concreta, entender lo que ocurre fuera es clave para anticipar qué podría pasar aquí.
Por qué Europa empieza a cansarse de las monedas pequeñas
Detrás del movimiento hay tres motivos muy claros:
1. Cuestan más de lo que valen
Fabricar la moneda de 1 céntimo suele ser más caro que su valor nominal. Mantener millones de monedas en circulación es un gasto innecesario para los bancos centrales y una carga para los comercios.
2. Son incómodas para la mayoría
Encuestas europeas llevan años señalando lo mismo: muchos ciudadanos encuentran engorroso contar, guardar o transportar tantas monedas tan pequeñas.
3. No vuelven al sistema
Se estima que casi la mitad de las monedas de 1 y 2 céntimos desaparecen: acaban en casa, en la basura o en huchas eternas. No circulan.
El resultado es lógico: la Comisión Europea y varios gobiernos están buscando alternativas más eficientes y menos molestas para el día a día.
Cómo ha funcionado el cambio en cada país: un viaje por la eurozona
A continuación, un recorrido país por país para entender cómo se vive, en la práctica, la retirada silenciosa de los céntimos.
Finlandia: el laboratorio perfecto
Finlandia fue pionera. Desde el nacimiento del euro, aplica redondeo al pagar en efectivo. Allí:
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Las monedas pequeñas siguen siendo legales, pero casi nadie las usa.
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Muchos comercios colocan carteles avisando de que no aceptan céntimos, siempre que esté bien indicado.
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El cambio fue tan natural que apenas generó debate: los finlandeses lo adoptaron como una herramienta para simplificar la vida.
Finlandia demostró que la transición puede ser pacífica, clara y sin polémicas.
Países Bajos: donde pagar con céntimos es “socialmente raro”
Los Países Bajos comenzaron a redondear en 2004. La norma es tan simple como popular: el total del ticket, y sólo el total, se ajusta al 5 céntimos más cercano.
La anécdota más repetida en foros neerlandeses es divertida y sociológica:
Quien paga con una montaña de céntimos recibe miradas incómodas. No porque sea ilegal, sino porque rompe la etiqueta social de un país que lleva dos décadas viviendo sin ellos.
El neerlandés promedio tiene una relación clara con los céntimos: “molestan, pesan y ya no tienen sentido”.
Irlanda: de los cajones llenos de cobre a las campañas solidarias
Irlanda es quizá el caso más inspirador:
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Empezó con un programa piloto en un condado.
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El 85 % de los consumidores quedó encantado.
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Los comercios apoyaron la idea al 100 %.
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En 2015, el país entero adoptó el redondeo.
Pero lo más interesante vino después:
Los irlandeses devolvieron más de 100 millones de monedas al Banco Central en pocos meses. Muchas terminaron en campañas benéficas que canalizaban bolsas y bolsas de céntimos olvidados en casa.
En vez de rechazo, hubo casi un sentimiento comunitario: “quitémonos esto de encima y hagamos algo bueno con ello”.
Bélgica: redondeo obligatorio y transición con matices
Bélgica empezó permitiendo el redondeo y terminó haciéndolo obligatorio en 2019. Las reglas son claras y matemáticas: totales que acaban en 1 o 2 céntimos bajan; los que acaban en 8 o 9 suben.
Aunque las monedas siguen siendo legales, la realidad es que circulan cada vez menos. Eso sí: Bélgica tardó un poco en homogeneizar el uso. Al principio, algunos comercios aplicaban la norma y otros no, lo que generó confusión pasajera. Tras unos meses, el país se estabilizó.
Italia: adiós a acuñar céntimos (pero no a los precios acabados en 0,99)
Italia dejó de acuñar monedas de 1 y 2 céntimos en 2018. Como en otros países, el redondeo sólo se aplica al pagar en efectivo. Pero aquí surgió un efecto curioso:
Muchos comercios italianos no quisieron complicarse y ajustaron directamente los precios al múltiplo de 5 céntimos. Otros siguieron con los clásicos 1,99 € o 2,99 €. El resultado fue una convivencia dual que, con el tiempo, se fue normalizando.
El miedo a la inflación existió, pero no se materializó. La subida general de precios de los últimos años no tuvo que ver con los céntimos, sino con factores mucho mayores.
Eslovaquia: una adopción reciente y ordenada
Eslovaquia se sumó al movimiento en 2022. La transición fue rápida: los comercios actualizaron sistemas y los ciudadanos se adaptaron sin complicaciones. Como en los otros casos, las monedas no se prohibieron, simplemente dejaron de ser necesarias.
Lituania: el caso más reciente
Desde mayo de 2025, Lituania aplica el redondeo al pagar en efectivo. El país lo ha comunicado con enorme claridad:
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Los precios unitarios no cambian.
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Con tarjeta, se paga el importe exacto.
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Las monedas siguen siendo válidas, pero se busca reducir su uso.
El Banco de Lituania insiste en un mensaje importante:
El redondeo es neutral. A veces pagas unos céntimos de más; otras de menos. A largo plazo, se compensa.
Miles de ciudadanos están devolviendo sus monedas a bancos y comercios. Es un país que literalmente está vaciando sus cajones.
¿Suben los precios cuando desaparecen los céntimos?
Es la pregunta estrella. Y la respuesta, tanto en estudios como en experiencia real, es clara:
✔ No hay efectos inflacionarios relevantes si el redondeo es simétrico.
✔ Sólo se redondea el total, no los precios de cada artículo.
✔ Con tarjeta, todo sigue igual.
La inflación que sí hemos vivido en Europa proviene de energía, alimentos, logística… no de estas monedas simbólicas.
Anecdotario europeo: cómo ha cambiado la vida cotidiana
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Miles de europeos han tirado directamente monedas pequeñas a la basura o a un bote que nunca vaciaban.
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Comercios de Finlandia, Italia y Países Bajos han puesto carteles de “no aceptamos céntimos”.
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En Irlanda, colegios enteros recolectaron céntimos para donarlos, convirtiendo una medida económica en un gesto solidario.
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En los Países Bajos, pagar con céntimos hoy se considera casi una excentricidad.
Las monedas de 1 y 2 céntimos no sólo son dinero: son una costumbre que está desapareciendo casi sin que nos demos cuenta.
¿Y España? El país que mira, duda y sigue con el cobre encima
España aún no ha dado el paso. Las monedas de 1 y 2 céntimos siguen circulando… y acumulándose. Las encuestas muestran que aquí hay más dudas que en otros países: temores al redondeo, recuerdos del cambio peseta-euro y un uso mayor del efectivo en algunos sectores.
Pero también es cierto que:
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A los españoles nos molestan las monedas pequeñas.
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Muchos comercios están hartos de contarlas, transportarlas y almacenarlas.
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El debate europeo va en una dirección clara: menos monedas, más eficiencia.
¿Debería España seguir el camino europeo? Propuestas realistas
1. Redondeo transparente, simétrico y bien comunicado
Nada de experimentos confusos. Seguimos el modelo más probado:
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Sólo el total se redondea.
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Con tarjeta, pago exacto.
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Arriba y abajo por igual.
2. Una campaña pedagógica clara
Irlanda demostró que explicar bien la medida evita polémicas. España podría hacer pilotes regionales, vídeos explicativos y ejemplos prácticos.
3. Convertir los céntimos en solidaridad
¿Y si los españoles pudiéramos donar los céntimos acumulados en casa a proyectos sociales? Sería una forma bonita de despedirnos de ellos.
4. Protección total para quienes dependen del efectivo
Personas mayores, zonas rurales o pequeños negocios no deben verse perjudicados. El euro seguiría siendo el mismo; sólo cambiaría cómo se maneja el efectivo.
5. Control de precios independiente
El Banco de España y el INE podrían monitorizar sectores sensibles para garantizar que no se producen abusos.
Conclusión: el fin del cobre es cuestión de tiempo
La eurozona avanza hacia un modelo más simple y práctico. Las monedas de 1 y 2 céntimos ya son, en muchos países, piezas casi anecdóticas. Lo que empezó como una decisión técnica ha terminado siendo un cambio cultural: menos metal en los bolsillos, menos molestias en el día a día y una sensación compartida de que el dinero pequeño ha dejado de tener sentido.
España, tarde o temprano, tendrá que unirse a esa conversación. Y cuando lo haga, tendrá a su favor una ventaja enorme: los demás ya han hecho el camino y han demostrado que funciona.






Así es. Pregunta: en caso de que el redondeo pegue en toda Europa, van a dejar de existir esas monedas o harán como los países nombrados que solo las acuñan para sets de euros completos?
Este artículo es para mí perfecto, gracias por su divulgación y enseñanza, esto es lo que me anima a pasar al lado bueno de este bloc, saludos.
De verdad que son molestas y sucias las monedas de 1y 2 ctm. Es que no hay nada que valga esa cantidad.Hoy en día no puedes comprar ni un simple regaliz.Pero como siempre España a la cola para tomar la decisión de eliminar estás monedas.Si acaso que se fabriquen para nosotros los coleccionistas de monedas